Clan familiar de extorsionadores: así operaban contra empresas
La banda utilizaba información obtenida durante empleos anteriores. Dirincri realizó seguimiento durante semanas, registrando movimientos, comunicaciones y transferencias. Finalmente, intervinieron tres viviendas y detuvieron a los seis miembros del clan.
En el distrito de San Martín de Porres se tejía una red de extorsión compuesta por familiares, amigos y exempleados que se organizaba para amenazar a sus antiguos jefes y compañeros de trabajo. La denominada banda criminal 'Los Desalmados del Hampa' había convertido la confianza laboral en botín.
Tras semanas de seguimiento, la División de Robos de la Dirección de Investigación Criminal informó que el grupo empleaba la información adquirida durante empleos anteriores —ingresos, horarios, rutas y contactos— para amenazar a responsables de empresas.
En un solo caso, exigían entre 5 000 y 15 000 soles mensuales para dejar trabajar con normalidad. Finalmente, la Policía allanó tres domicilios y capturó a seis integrantes del clan, entre ellos una pareja que coordinaba los mensajes extorsivos.

¿Quiénes formaban esta banda?
El cabecilla fue identificado como Jorge Óscar Vidal Zapata. Su pareja, Ruth Fernández Chunga, actuaba como coordinadora de los envíos.
Erika Huaya Mozombite, amiga de Ruth, se encargaba de las cuentas bancarias y marcaje. Junior Chávez Jiménez y Hilda Mozombite integraban la red de control. Todos tenían vínculos familiares o personales entre sí, lo que reforzaba la impunidad.
Los mensajes de WhatsApp que se confiscaron revelan la estructura: una de las víctimas señala que “llegó un tercer mensaje… con las fotos de mi casa y el vehículo… iban a atacar a mis hijos”. Estas evidencias sirvieron para vincular a las integrantes quienes aprovechaban su condición laboral previa para acceder a información privilegiada.

¿Qué papel tenían las mujeres de la organización?
Ruth Fernández y Erika Huaya eran piezas centrales. Captaban la información, gestionaban cuentas y enviaban las amenazas. En videos de inteligencia se les observa fotografiando viviendas y vehículos.
Los agentes policiales los identificaron como “dos personajes femeninos encargados de hacer los mensajes extorsivos, también de conseguir chips y cuentas receptoras”.
La PNP explicó que los depósitos extorsivos estaban a nombre de Erika y una joven de 20 años, Dominick Angelina Chilcón Miller, lo que evidenciaba una operativa financiera compleja. Según el coronel Montúfar, los sistemas de control estaban en manos de las integrantes femeninas del clan.

¿Dónde se ocultaba la banda familiar?
La vivienda en la avenida Canta, en San Martín de Porres, funcionaba como una suerte de bunker: allí planificaban los envíos de mensajes, gestionaban cuentas receptoras y organizaban las operaciones.
Según la Policía, la casa se encontraba en alquiler bajo un nombre ficticio. Desde ese lugar las integrantes femeninas del clan salían a hacer «marcajes» a sus víctimas: fotografías de vehículos, domicilios y rutinas que luego enviaban acompañadas de amenazas.
El coronel PNP Juan Carlos Montúfar, jefe de la División de Robos de la Dirincri, indicó que “era un grupo familiar, con bunker, que coordinaba sus cosas delincuenciales con mensajes extorsivos a sus ocasionales víctimas”. Esta casa operativa facilitaba la logística, contabilidad y vigilancia delictiva.

¿Cómo extorsionaban a sus víctimas?
La banda comenzó con la extorsión al dueño de una tienda de accesorios para celulares donde habían trabajado. Allí exigieron 5 000 soles mensuales bajo amenaza de divulgación de información laboral y ataques a familia.
En otro caso, a una empresa de alquiler de maquinaria pesada exigían 15 000 soles para «trabajar tranquilos». Los mensajes advertían: “nos conocen, vemos cada movimiento, pónganse al día”.
Las víctimas denunciaron vivir en constante estado de miedo: “recibimos amenazas de sujetos que decían que debíamos dar 20 000 soles… iban a poner explosivo en la puerta de mi casa”. Incluso vendieron su vehículo o trasladaron a los hijos del colegio para evitar represalias.

¿Cómo fue la desarticulación policial?
Operativos de la División de Robos realizaron seguimiento a las comunicaciones, transferencias bancarias y movimientos de las integrantes. Las cámaras demonstraron a Ruth y Erika caminando distraídas, tomando fotografías sin levantar sospechas.
En total, fueron investigados tres domicilios en SMP, donde se intervino a seis miembros de la banda.
El coronel Montúfar indicó que “hemos podido encontrar… las conversaciones que tenía esta mujer con alias ‘Coco’ donde daban a conocer la estrategia…”. Con la evidencia asegurada y los arrestos realizados, la Fiscalía avanzará en cargos por delito contra el patrimonio – modalidad extorsión.
¿Qué reclaman las víctimas del clan?
Las víctimas entrevistadas pidieron protección para sus familias y el esclarecimiento completo del caso. Una de ellas declaró que “tuvimos que sacar a los hijos del colegio, vender el carro… vivimos aterrados”.
Otro solicitó que los responsables reciban la máxima sanción, dado el uso de violencia psicológica e instrumentalización de vínculos laborales.
El sentimiento generalizado es de desconfianza hacia tablas patronales y estructuras de poder que permiten el uso de información interna para el delito. Mientras los detenidos enfrentan el proceso, las víctimas exigen que este caso sirva de advertencia para otras empresas vulnerables.
• Una banda familiar, denominada “Los Desalmados del Hampa”, fue desarticulada por la PNP en San Martín de Porres.
• Vehículo alquilado en avenida Canta sirvió como bunker de operaciones de extorsión.
• Cabecilla identificado como Jorge Óscar Vidal Zapata; Ruth Fernández y Erika Huaya coordinaban el envío de mensajes y marcaje.
• Víctimas: empresarios exjefes y compañeros de trabajo; montos exigidos entre 5 000 y 15 000 soles mensuales.
• La División de Robos de la Dirincri realizó seguimiento de comunicaciones, cuentas y movimientos.
• Fueron intervenidos tres domicilios y detenidos seis integrantes del clan, quienes afrontan cargos por extorsión.











