Liberan más de 600 tortugas taricaya en el río Nanay de Iquitos
La liberación forma parte de un programa de conservación que involucra a escolares, comunidades y empresas para proteger a esta especie emblemática en peligro por la extracción de sus huevos.
En las orillas del río Nanay, la vida empieza de nuevo. Bajo una intensa lluvia amazónica, más de 600 tortugas taricayas bebé fueron liberadas en un acto que conmovió a toda una comunidad.
Pequeñas, frágiles y recién salidas del cascarón, comenzaron su primer viaje rumbo al agua dulce, su hábitat natural. La escena fue silenciosa, casi ceremonial. Como si todos entendieran que en ese instante, algo valioso estaba renaciendo.
La ciudad de Iquitos fue testigo del momento. La liberación, organizada como parte de un programa de conservación, movilizó a autoridades, comuneros y empresas privadas.
Las tortugas, que nacieron en playas artificiales, fueron llevadas hasta San José de Lupuna, una comunidad comprometida con su protección. El plan, llamado de “translocación”, busca trasladar las crías desde zonas protegidas a espacios comunitarios que garanticen su crecimiento.
¿Cómo es el proceso de incubación y liberación?
Los huevos de taricaya fueron recolectados desde la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Posteriormente, fueron incubados en playas artificiales construidas en instituciones educativas.
Esta medida se adoptó ante la constante amenaza de depredación y tráfico ilegal.
Tras semanas de incubación, los neonatos fueron cuidadosamente trasladados a recipientes especiales y conducidos hasta el río.
Allí, los integrantes de la comunidad organizaron el acto de liberación en medio de una copiosa lluvia. Cada tortuga fue guiada hasta el agua, siguiendo su instinto, mientras decenas de personas observaban en silencio.
¿Qué rol cumple la comunidad de Lupuna?
San José de Lupuna no es solo escenario: es parte activa del proceso. Sus habitantes asumieron la responsabilidad de proteger a las taricayas en esta etapa inicial. Joaquín Navarro, presidente de la comunidad, destacó la importancia del compromiso local.
“No importa la lluvia maestro, hay que seguir adelante”, expresó mientras las taricayas avanzaban sobre la maleza mojada.
Navarro explicó que ahora ya no es necesario ir hasta la reserva para presenciar la reproducción de esta especie. “Desde acá nomás, desde Iquitos, podemos ver a las crías regresar al río”, señaló con orgullo.
¿Por qué la taricaya es una especie clave?
La taricaya es una tortuga de agua dulce que puede vivir hasta cien años y alcanzar los 90 centímetros. Su presencia es vital para el equilibrio de los ríos amazónicos.
Sin embargo, la extracción de sus huevos y la destrucción de su hábitat la han puesto en situación vulnerable.
Alberto Suárez, gerente de Amarumayo AJE, resaltó que la especie enfrenta una amenaza real. “La taricaya está en riesgo. Protegerla no es solo una acción ambiental, también es una forma de educar”, señaló.
¿Qué impacto tiene el programa en los niños?
Uno de los componentes clave del proyecto es la educación. En paralelo con la liberación, se desarrollan talleres y concursos dirigidos a escolares.
Los niños participan en actividades de dibujo y poesía sobre las taricayas, convirtiéndose simbólicamente en sus guardianes.
Jorge López-Dóriga, director global de comunicaciones de AJE, subrayó que esta experiencia deja una huella. “Los niños entienden el valor de la biodiversidad. Además, esto tiene un enorme potencial turístico”, indicó.
De hecho, el llamado “Festival de la Taricaya” ya es un atractivo singular para visitantes nacionales y extranjeros.
¿Cómo se relaciona esta actividad con la conservación del aguaje?
Además de la liberación de taricayas, el programa promueve el manejo sostenible del aguaje. Este fruto amazónico, ampliamente consumido, suele cosecharse talando la palmera que lo produce.
Esta práctica ha reducido dramáticamente la población de aguajales.
Para revertir esta situación, se fomenta la cosecha sin tala mediante técnicas ancestrales de trepa. En la comunidad de Alpamayo Mishana, se organizó un concurso de escaladores para premiar a quienes dominan este oficio.
Jóvenes ágiles subieron palmeras de más de 20 metros en menos de 40 segundos, demostrando destreza y respeto por el bosque.
¿Quiénes participaron en el concurso de escaladores?
El evento reunió a decenas de participantes de diversas comunidades amazónicas. Entre los destacados, un joven rompió el récord al subir en apenas 35 segundos. También brilló una pareja de esposos: ella, entrenada por su marido, asumió el oficio cuando él cayó enfermo.
“Yo cosechaba con mis hijitos”, relató ella emocionada. Ahora, ambos trepan y recolectan juntos, simbolizando la transmisión de saberes y la resiliencia familiar.
Incluso miembros de la “vieja guardia” participaron. Un escalador veterano, ya retirado, aseguró que sigue activo “en todos los aspectos”. Su humor y experiencia reflejaron el espíritu de esta comunidad que valora su relación con el bosque.
¿Qué desafíos enfrenta la conservación amazónica?
El principal reto es el equilibrio entre uso y preservación. El aguaje, por ejemplo, contiene fitoestrógenos, compuestos naturales que han dado pie a mitos locales sobre su consumo. Sin embargo, más allá de bromas, su sobreexplotación sin criterios sostenibles amenaza el ecosistema.
Actividades como la liberación de taricayas o el concurso de escaladores no solo generan conciencia, también construyen soluciones. Involucran a las comunidades, crean nuevas tradiciones y reafirman la conexión vital entre la Amazonía y quienes la habitan.











