Instalada en carpa, madre de médico desaparecido sigue búsqueda
El dolor de cinco familias que siguen buscando a sus seres queridos tras el accidente en La Oroya. Piden más maquinaria y apoyo.
Desde hace dos semanas, Mery Pinto vive una pesadilla de la que no puede despertar. Su hijo, José Maco Pinto, un médico de 32 años, desapareció tras el despiste y caída al río Mantaro de un taxi colectivo en el que viajaba junto a cuatro personas más. Hasta el momento, ni el vehículo ni los cuerpos de sus ocupantes han sido hallados.
Ante la falta de respuestas, Mery dejó su hogar y se trasladó a La Oroya, instalándose en una carpa al lado del río. Allí, junto a otras familias que también buscan a sus seres queridos, sobrevive en precarias condiciones, expuesta al frío de hasta dos grados centígrados, cocinando en ollas comunes y enfrentando la incertidumbre con la única certeza de que no se irá hasta encontrar a su hijo.
Una madre en pie de lucha en medio de la adversidad
Domingo al Día llegó hasta el kilómetro 6 de la Carretera Central, en La Oroya, donde ocurrió el accidente. Desde el 15 de febrero, día en que desapareció José, su madre ha recorrido cada tramo del río, buscándolo con la esperanza de encontrar alguna pista que la acerque a su paradero.
“No me voy sin encontrar a mi hijo. Si tengo que quedarme sola cuando las otras familias se vayan, lo haré. No me moveré de aquí”, declaró para el dominical matutino de América Noticias.
José era un joven apasionado por la medicina, con un futuro prometedor. Luego de terminar su carrera, realizó su SERUMS en el hospital de Pichanaqui y posteriormente inició su especialización en pediatría en el Hospital Ramiro Prialé de Huancayo. Ese fatídico sábado 15 de febrero, salió rumbo a Lima para visitar a su familia, pero jamás llegó a su destino.
El accidente que cambió todo
Las cámaras de seguridad del terminal terrestre de Mariátegui captaron los últimos momentos en los que José abordó el taxi colectivo. En las imágenes se le ve cargando su maleta y subiendo de copiloto, junto a la enfermera Jazmín Escobar, el comerciante Jheim Ávila Rojas y el mecánico Joseph Chávez Palomino. El conductor del vehículo, identificado como Héctor Huatuco Jumpa, era un hombre con ocho años de experiencia en transporte público.
Apenas unos kilómetros después de iniciado el viaje, la tragedia ocurrió. El GPS del vehículo se desactivó justo en el kilómetro 6 de la carretera central. Lo único que se encontró en el lugar fue el parachoques del auto y un espejo retrovisor, lo que hace presumir que el taxi se precipitó al río Mantaro y fue arrastrado por la corriente.
Las familias de las víctimas viven una angustia interminable, pues hasta el momento no se ha podido recuperar ni el vehículo ni los cuerpos de los desaparecidos.
Búsqueda limitada: familias piden más ayuda
A pesar de los esfuerzos de los rescatistas, los familiares de las víctimas aseguran que el apoyo es insuficiente. Según denuncian, faltan maquinarias, implementos especializados y más personal para intensificar la búsqueda.
Nancy Chávez, hermana de Joseph Chávez, confesó que han tenido que alquilar una grúa con su propio dinero, pues el equipo de rescate no cuenta con los recursos suficientes.
“Hemos puesto dinero de nuestras familias para alquilar maquinaria. Pedimos ayuda a congresistas y a las empresas mineras cercanas, que tienen equipos especializados para este tipo de rescates”, declaró.
Los trabajos de búsqueda han sido lentos, y en algunos casos, los rescatistas solo trabajan por horas, lo que ha generado molestia en los familiares.
“Si bien es cierto han venido equipos de Lima, Huaraz y Huancayo, no trabajan todo el día. Solo cumplen ciertas horas y se van. ¿Eso es una verdadera búsqueda?”, cuestionó Mery Pinto.
Una lucha que no tiene final hasta encontrar a José
Mery ha dejado su trabajo como enfermera y psicóloga para dedicarse de lleno a la búsqueda de su hijo. En los momentos de mayor desesperación, ha tenido que protestar y bloquear la carretera central para que las autoridades escuchen su pedido.
“José tenía un futuro por delante. En marzo iba a cumplir 33 años. Me dijo ‘mamá, en vez de fiesta, te voy a llevar de viaje’”, recuerda con tristeza.
Mientras las horas y los días pasan, las esperanzas de hallar con vida a José y a las otras cuatro personas desaparecidas se desvanecen. Sin embargo, las familias solo piden que los cuerpos sean recuperados para darles una despedida digna.
En La Oroya, la solidaridad de los pobladores ha sido clave. Muchos han llevado víveres, frazadas y apoyo moral a las familias que sobreviven en carpas improvisadas.
“Aquí vivimos entre la angustia y la fe. Dormimos en condiciones precarias, con frío y lluvia. Pero no nos iremos hasta encontrarlos”, señaló Jenny Torres, cuñada del conductor desaparecido.
Un llamado a las autoridades
Los familiares de los desaparecidos han elevado su pedido al gobierno central. Piden que la presidenta Dina Boluarte se ponga en el lugar de una madre y ordene la intensificación de los trabajos de búsqueda.
“El Estado tiene recursos. En el caso de Ciro Castillo, se activaron todas las alertas y lo buscaron hasta encontrarlo. ¿Por qué no pueden hacer lo mismo con mi hijo y los demás desaparecidos?” manifestó Julissa Maco, hermana del médico.
Las oraciones y vigilias continúan tanto en La Oroya como en Lima. Cada noche, los familiares iluminan el río Mantaro con velas, pidiéndole al agua que les devuelva a sus seres queridos.
Por ahora, la incertidumbre sigue, pero Mery Pinto se mantiene firme en su decisión: no se irá hasta encontrar a su hijo.
Informe: Edith Teves
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Imágenes: Jorge Cáceres
Edición: Fabián Atarama
Producción: Marlube Valencia