Así se elige al nuevo papa: cónclave y protocolos tras Francisco
El cónclave reúne a 133 cardenales menores de 80 años para elegir al sucesor de Francisco. Conoce los secretos, tensiones y rituales que marcarán este histórico proceso.
Con la muerte del papa Francisco, la Iglesia Católica enfrenta uno de los procesos más solemnes y decisivos en su historia reciente: el cónclave. Una ceremonia rodeada de protocolos inalterables, ritos milenarios y secretos inquebrantables.
Bajo el fresco inmortal de la Capilla Sixtina, 133 cardenales menores de 80 años votarán, en completo aislamiento, al sucesor de San Pedro en un mundo marcado hoy por conflictos, crisis de fe y divisiones internas.
Desde la proclamación "Extra omnes" —"todos afuera"—, las puertas de la Capilla Sixtina se cerrarán con llave. Adentro, los cardenales iniciarán jornadas de oración, reflexión y diálogo, donde cada palabra deberá ser pronunciada a conciencia. Cada elector escribirá el nombre de su elegido en una papeleta, invocando solemnemente: "Pongo a Cristo como testigo de mi voto".
El protocolo impone que toda comunicación con el exterior sea cortada. No teléfonos, no mensajes, no señales. Solo la inspiración del Espíritu Santo, la experiencia pastoral y la delicada conciencia de representar a más de 1,400 millones de católicos.
Aunque la ceremonia se reviste de espiritualidad, bajo las bóvedas de la Sixtina también se libran batallas silenciosas: corrientes teológicas, posturas pastorales, carismas distintos. En el fondo, una pugna de visiones sobre cómo enfrentar los desafíos del catolicismo en el siglo XXI: desde la pérdida de fieles en Occidente, hasta la necesidad de actualizar el lenguaje para llegar a los jóvenes.
Cada cónclave revela tendencias. A veces, nombres casi desconocidos surgen con fuerza. Así ocurrió con Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, cuya figura ganó notoriedad en 2007 en la conferencia de Aparecida, Brasil.
El proceso de votación: sin margen para errores
La dinámica es estricta: se realizan hasta cuatro votaciones por día. Para ser elegido, un cardenal necesita alcanzar dos tercios de los votos. De no lograrse, las papeletas se queman y la fumata negra anuncia que no hay consenso. La espera puede durar días, como ocurrió en 2005 y 2013.
Durante los descansos, los cardenales comparten comidas sencillas, caminatas breves y discretos diálogos que pueden ser decisivos. Pero jamás se rompe el juramento de secreto, incluso después de concluido el proceso.
Un colegio cardenalicio dividido y envejecido
Aunque el Colegio Cardenalicio está compuesto por 252 miembros, solo 133 tienen derecho a voto. Entre los peruanos, el cardenal Juan Luis Cipriani y el cardenal Pedro Barreto están excluidos por superar los 80 años. Ambos rindieron tributo ante los restos de Francisco en San Pedro, pero no participarán de la elección.
Se estima que para elegir al nuevo papa se requerirán unos 89 votos. El futuro pontífice deberá encarnar más que carisma: deberá ser capaz de sanar divisiones internas, renovar el lenguaje de la fe y enfrentar los desafíos de un mundo que exige respuestas rápidas a dramas humanos.
El cónclave bajo sospecha: ¿quién queda afuera?
Esta elección no estará exenta de polémicas. Se reveló que el papa Francisco dejó instrucciones para excluir de la votación al cardenal Angelo Becciu, condenado por corrupción en un escándalo de bienes inmobiliarios. Un gesto que muestra la voluntad de Francisco de limpiar la institución hasta el último momento.
En los próximos días, el humo blanco saldrá de la Capilla Sixtina anunciando al nuevo papa. Entonces, el elegido se presentará en el balcón de la Basílica de San Pedro, mientras el mundo escucha la fórmula tradicional: "Habemus Papam".
Un anuncio que marcará no solo el inicio de un nuevo pontificado, sino también un mensaje de esperanza para los desplazados, los marginados, los creyentes que aún sueñan con una Iglesia renovada en su fe y en su compromiso con el mundo.