Lima en guerra: mafias peruanas y venezolanas desatan el terror
El conflicto entre bandas como “El Monstruo”, “Timoti”, “Tito” y el “Antitren” ha escalado a una lucha armada por el control total del crimen en la capital.
En los últimos meses, Lima vive su propio conflicto armado, una guerra que no se libra en trincheras sino en esquinas, mototaxis, paraderos y discotecas. Bandas criminales peruanas y venezolanas se disputan el control de la extorsión, el sicariato y el tráfico de zonas completas, dejando a su paso cuerpos, explosivos y mensajes de advertencia firmados con sangre.
Los protagonistas de esta disputa son organizaciones como “Los Injertos del Cono Norte”, encabezados por el temido alias “El Monstruo”; la banda del “Timoti”, que domina distritos como Carabayllo; y alias “Tito”, quien estaría detrás de masacres ocurridas en pleno Cercado de Lima. Frente a ellos, se alzan agrupaciones extranjeras como “El Antitren de Aragua” y “Los Gallegos”, que han extendido su influencia en zonas del Callao.
La guerra no es silenciosa. En los barrios del primer puerto, las paredes rosas que recuerdan a sus muertos sirven hoy como telón de fondo para grabaciones de amenazas. Sujetos armados rastrillan sus fusiles y prometen venganza contra quienes llamen “dueños” a los extranjeros. En respuesta, las bandas foráneas difunden sus propias ejecuciones en redes sociales, reforzando un clima de terror.
Transportistas, mototaxistas, comerciantes y empresarios son las principales víctimas colaterales. Los ataques a quienes “pagan al bando equivocado” ya han dejado decenas de fallecidos. Como en el caso reciente de un mototaxista asesinado por orden de la banda de Timoti por colaborar con los Injertos.
La disputa ha tocado incluso al Congreso. Algunos parlamentarios invocaron una “limpieza” de extranjeros, mensaje que fue recibido por las mafias como un aval para tomar la justicia por mano propia. Para el exgeneral de la Policía, Eduardo Jordán, estas declaraciones solo pueden agravar un conflicto ya desbordado.
La situación es crítica. “El Monstruo”, implicado en asesinatos de obreros y transportistas, ahora va tras la banda de Timoti, que a su vez estaría liderada por Kevin Johnson Necochea Veliz, acusado de múltiples homicidios. Mientras tanto, alias Tito, que domina el centro de Lima, ha sido vinculado a masacres como la ocurrida en “La Cubanada”, donde murieron tres jóvenes y otros seis quedaron heridos. Su sello: carteles con amenazas y ráfagas de cacerina.
El Callao tampoco está exento. Las bandas peruanas han declarado la guerra a sus pares venezolanas, en videos donde aseguran no permitir que se derrame una gota más de sangre inocente. Sin embargo, las cifras dicen otra cosa: en lo que va del año, las muertes por encargo se han disparado.
Todo apunta a que Lima vive una guerra sin cuartel, donde los criminales imponen su ley con armas, asesinatos selectivos y amenazas. Una ciudad atrapada entre el miedo, la impunidad y una violencia que ya no se esconde. Urge acción estatal antes de que esta guerra urbana consuma por completo la tranquilidad de sus ciudadanos.